Por Clara López, miembro del equipo de Baud.
Plan 320 del confinamiento: apuntarme a un webinar de cosmología. Hecho.
Absorber fuentes de inspiración que antes devoraba en la calle, en nuevos países o con nuevas personas, ahora, de forma online, no queda otra. Y agradecida de que internet esté lleno de cosas interesantes, otro tipo de cosas, como webinars de cosmología.
De manera que me sitúo delante de la pantalla, con ojos y mente bien abiertos, a ver qué aprendo para ganar un Trivial, aportar en las nuevas conversaciones de bar o construir una marca. Y aprendo algo fascinante.
El universo se expande
Eso ya lo sabíamos. No nos sitúa en una situación ventajosa para ganar al Trivial. Porque lo fascinante, como a menudo sucede, es lo que hay detrás de esta afirmación.
En el universo, a todos los niveles – y por tanto me aventuro a deducir desde mi humilde interpretación como consultora ajena a la cosmología, que también al nivel más pequeño -, existe aproximadamente un 30% de fuerzas de atracción y un 70% de fuerzas de repulsión. De modo que en la batalla universal de fuerzas, vence la repulsión.
Vence la repulsión. Y por eso el universo se expande
Y yo encuentro el Santo Grial del aprendizaje cósmico. Y me pongo tan contenta que lo comparto. Porque no es un aprendizaje que pueda aportar a una marca, sino que puedo integrarlo en todo. Porque si afecta al universo, afectaría a las personas y afectaría a las marcas.
Y me planteo si estas fuerzas tendrán que ver con que unas personas o marcas nos ‘caigan’ bien y otras mal. Y que racionalicemos lo irracional inventándonos causas como el estilo o el tono de voz. Cuando la verdadera causa sería porque sí, por el universo.
Y me planteo si sucederá lo mismo con las marcas. Si el número máximo de personas con el que pueden conectar es el 30% de su target, de consumidores de refrescos, deportistas o papás. Y si la forma más eficiente de acercar empresas a audiencias será encontrando a su 30%, a los que vayan con su estilo, a los suyos.
En personas y empresas, lo importante no sería caer bien a todo el mundo, eso sería imposible.
Lo importante sería caer bien a los tuyos
Ese sería el éxito. Dejar de forzar conexiones con imposibles. En cambio, conseguir que ese 30% conozca y quiera a la compañía que naturalmente los quiere. Y se forjaría el imán. A quienes se unen, contra quienes luchan. Un imán difícilmente rompible en el que todo lo demás, los haters, el 70%, pasaría a segundo plano.
Nos empeñamos en gustar a todo el mundo cuando parece que lo normal es generar rechazo. Dejemos entonces de engañarnos y perder el tiempo, empeñémonos en ese 30%, démosles todo porque ellos, nos lo darán de vuelta.
Ya lo decía el sabio refranero “cada oveja con su pareja”. Y lo confirma la cosmología.