Por Clara López, miembro del equipo Baud.
Vamos a hacer la semana de cuarentena y empezamos a reaccionar sobre la extraña y gravísima situación que estamos viviendo. Una situación que, bajo nuestro punto de vista, no va a ser un simple parón, sino un antes y después con consecuencias, algunas por desgracia, inmensamente tristes.
Un antes y un después en el que nada será igual.
Nadie sabe cómo será, algunos nos imaginaremos detalles, pero lo que sabemos con bastante certeza, es que será diferente.
Quizá hayamos aprendido a utilizar mejor las tecnologías, adquirido nuevas costumbres de higiene o de provisión, valoremos más los momentos sociales, o los momentos con la naturaleza, tal vez vivamos una época de menor confianza y por tanto menor gasto, nos enganchemos a Netflix o al contrario, lo aborrezcamos, quizá en las empresas se fomente más el teletrabajo, más distante, pero más íntimo a la vez – yo misma he abierto mi casa a los demás y me he metido en las casas de compañeros, clientes, ¡o hasta famosos periodistas, políticos o deportistas!
Pueden cambiar tantas cosas, nadie sabrá cuáles, pero sí serán unas cuantas.
No podemos predecirlo: podemos ayudar a crearlo.
El futuro, no es algo irreal y distante, es lo que construyamos hoy. Lo nuevo de hoy, será lo normal de mañana.
Hoy, en esta crisis, podemos elegir entre una actitud proactiva, dinámica, constructiva, que ayude a definir el futuro, o una actitud pasiva, estática, de seguidor. Ambas son igual de legítimas, pero a nosotros solo una nos resulta ilusionante. Somos creadores y nos emociona seguir creando en tiempos de crisis.
Nos hemos visto obligados a estar quietos en casa, pero nuestra cabeza, mientras el virus lo permita, no tiene por qué parar.
Tenemos la capacidad de investigar, aprender, idear y diseñar más que nunca – y la tecnología nos permite llegar muy lejos en el proceso-, para construir un futuro mejor. No igual que antes; mejor. De forma que esta crisis no haya sido un freno sino un propulsor.
Es tiempo de ser analíticos, sensibles, reflexivos, activos, visionarios, decisivos, permanentemente flexibles. Es tiempo de utilizar nuestras mejores cualidades como seres humanos: la capacidad de aprendizaje y adaptación, y el trabajo en equipo. Como afirma el prestigioso psicólogo social David Myers: “la evolución nos ha preparado para vivir de forma creativa y adaptable en un entorno cambiante”. Aprovechémoslo.
Aceptemos esta crisis con naturalidad y calma, y empecemos a trabajar juntos por un nuevo equilibrio social, mejor que el anterior, aprovechando esta oportunidad de aprendizaje global.
¿Qué podemos hacer para formar parte del grupo de los proactivos?
Algo muy natural, muy humano, como ya sugería la revista Nature en un artículo publicado en 2013: aceptar, pensar y, sobre todo, y más pronto que tarde, actuar.
Actuar para mejorar la situación hoy: proponer actividades, ofrecernos voluntarios para ayudar a los más vulnerables, donar sangre, aplaudir a las ocho, compartir alimentos, fabricar mascarillas, buscar la vacuna, seguir las indicaciones de los expertos, quedarse en casa…
En paralelo, actuar para mejorar el futuro. Y en esta área, el océano es vasto y las posibilidades, infinitas.